El desarrollo de la actividad de las Microfinanzas inició en 1974, en Asía en el país de Bangladesh con Muhammad Yunus, padre de las microfinanzas, quien luego de haber estudiado un doctorado en economía en Estados Unidos regresa a su país, que en esos momentos sufría de una gran pobreza extrema, y que en 1974 tuvo una hambruna devastadora. Funda el Banco de los Pobres o Banco Grameen orientando sus productos a incluir a las mujeres, en vista de la dificultad que para ellas representaba obtener un crédito, habiendo logrado que el Banco llegara a un 90% de prestatarias mujeres. Por otro lado, los prestamos otorgados por esta institución eran efectuados a grupos de personas pero para uso individual, a fin de que el grupo se responsabilizara por repago de la deuda, aparte, el prestatario estaba obligado a asistir a reuniones periódicas de educación financiera.
En Latinoamérica el desarrollo de la actividad de las Microfinanzas, se ha venido extendiendo de una manera acelerada, con el surgimiento de instituciones especializadas en este segmento (IMF), las que se han extendido inclusive a varios países dentro de la región, replicando las experiencias adquiridas en su país de origen y permitiendo que muchos pequeños negocios accedan al crédito en un proceso que hoy llamamos “ bancarización” y que permite que si la relación con la entidad es buena, aparte de crecer por los financiamientos recibidos, este nuevo cliente pueda acceder en el tiempo a otras instituciones de crédito tradicional dada la historia crediticia que se va generando.
Hoy en día las IMF ofrecen una variedad de productos y servicios, tanto del pasivo como del activo, de manera similar a las instituciones financieras tradicionales, compitiendo con estas en algunos productos.
La evaluación del riesgo de crédito en una IMF es un proceso con mayor demanda de mano de obra debido al trabajo de campo necesario, mayor al que usualmente se hace en negocios de otros segmentos, definitivamente es un proceso que necesita más presencia con el cliente, por cuanto en la mayoría de los casos no se tiene información cuantitativa del negocio a evaluar como son los ingresos, egresos, inventarios, etc. y si se tiene es necesario el contrastarlos con la realidad, debido al alto nivel de informalidad asociado a este tamaño de negocio.
La evaluación abarca inclusive a la unidad familiar ya que no todos los pequeños negocios tienen un carácter societario sino que se trata de negocios familiares donde en algunos casos los miembros de la familia asumen responsabilidades. En el contraste que se realiza de la información proporcionada por el cliente con lo observado en el trabajo de campo, se validan los orígenes de los datos de ingresos y los usos dados en los gastos, datos que son necesarios para dimensionar su capacidad de pago, este proceso alcanzará también, la información que obtengamos de la relación de los clientes con sus proveedores, está entendido que la evaluación deberá comprender el necesario análisis de la evolución del negocio y su viabilidad a futuro.
El trabajo de levantamiento y validación de datos del cliente en campo incluye también, entrevistas con sus propios clientes donde se contrastara las modalidades y volúmenes de venta y entrevistas con sus vecinos, donde se podrá validar su antigüedad en el negocio, la formalidad de atención de los horarios, etc.
Como vemos, las IMF utilizan un modelo de negocio distinto al de las instituciones financieras tradicionales que a lo largo del tiempo han usado básicamente modelos reactivos, hoy en día dado el nivel de competencia, es importante inclusive utilizar tecnologías que ayuden al equipo de trabajo en su alta movilidad geográfica diaria y que los mantengan “online” con la institución, lo cual hoy no es difícil dada la masificación y alcance de estas tecnologías.
El empleo de más horas-hombre en la evaluación crediticia de este segmento incrementa los costos del crédito que de por si es mayor al de otros segmentos, además, que al ser clientes en proceso de "bancarización” probablemente la mora sea un poco más alta, esto dependerá del nivel de predictividad del modelo de evaluación utilizado y de los procedimientos de seguimiento preventivo que se efectúen tanto a nivel agregado o cartera como a nivel individual o cliente.
En el tiempo, como en todo negocio de este segmento donde se manejan altos volúmenes de clientes, si se ha hecho bien la tarea, se obtendrán datos de estos que podrían ser utilizados para construir modelos estadísticos propios y ajustados a las propias carteras de clientes que gestiona la IMF, permitiendo con ello una gestión preventiva y proactiva adecuada de estas, conociendo con mayor precisión sus parámetros tanto de perdidas esperadas como de severidad y con ello manejar mejor los precios o tasas de los productos, parámetros que a su vez permitirá colocar los créditos de manera estratégica en sectores donde la perdida esperada sea menor, logrando una mayor rentabilidad ajustada al riesgo (RAR) y en consecuencia un mayor beneficio para sus accionistas.
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